miércoles, 9 de marzo de 2022

Comentario de texto: "Al cielo piden justicia"

 Os traigo de nuevo otro comentario de texto; en esta ocasión, del romance tradicional "Al cielo piden justicia". Lo ha realizado mi alumna María Araceli Mateos Barrios. Espero, como siempre, que sea de utilidad.

Comentario de texto:

Romance CLVI

 

En el siguiente trabajo voy a analizar el romance CLVI. Lo he extraído de la edición recopilatoria creada por Carolina Michaelis “Romancero del Cid: nueva edición añadida y reformada sobre las antiguas”.

Contextualización

El poema CLVI narra la afrenta de Corpes. Se sitúa en la cuarta parte de la edición de Michaelis, la cual narra el reinado de Alfonso VI el Bravo. Gracias a esto podemos tener una fecha aproximada[1] de los hechos acontecidos, ya que el monarca reinó entre 1072 y 1109. Teniendo en cuenta que el Cid se cree que murió en 1099, acortamos todavía más la posible fecha del maltrato sufrido por las infantas.

Si resulta incierta la fecha de la afrenta, todavía más lo es la fecha de creación del romance. Michaelis indica en cada poema su procedencia, indicando en el caso del CLVI que proviene de Escobar. Este autor publicó en 1605 la Historia del muy noble y valeroso caballero el Cid Ruy Díez de Bivar en romances en lenguaje antiguo, obra extraída a su vez de cancioneros anteriores, como el de Martín Nucio, primer impresor en publicar poemas sobre el Cid. Por lo tanto, la autoría es anterior a 1605. Poniendo como fecha de posible inicio la muerte del Cid, pudo ser compuesto entre 1099 y 1605 aproximadamente. No puedo hacer una hipótesis sobre el autor de este romance, ya que si de algo se caracteriza este tipo de composición es de su anonimia. Puede que fuera parte de la tradición popular, o quizás una realización culta de alguien que tomó como modelo las leyendas existentes. Según Asensio Jiménez (2016, p. 325) «el compilador agrupó un total de noventa y siete composiciones, la mayoría de ellas de origen culto, pero también otras tantas procedentes de la tradición oral de la época», por lo que cualquiera de las dos opciones es válida. Quizás incluso fue un romance modificado por el autor de la edición.

En cuanto al sitio en el que sucede la acción, sabemos por otros poemas que se trata de Corpes, un robledal que se sitúa en Castilla la Mancha. Sin embargo, más que un lugar real, es un espacio creado para mostrar que el acto que se lleva a cabo es inhumano y alejado de las fronteras de lo moralmente correcto[2]

Los personajes que aparecen son doña Sol y doña Elvira, hijas del Cid que han sufrido la afrenta, y Ordoño, primo de las niñas y quien las rescata, prometiéndoles que su padre las vengará. En segundo plano encontramos a un pastor que se niega a ayudar a las infantas por miedo. También se menciona a los condes de Carrión, culpables de estos actos. He de destacar la falta de escrúpulos de ambos y el marcado egoísmo que demuestran en este fragmento. La humillación acentúa su cobardía y los deshumaniza.

Tema del texto

Lamento de las infantas por la afrenta sufrida y búsqueda de ayuda. El texto finaliza con Ordoño rescatándolas.

 

 

Estructura externa

Como ya mencioné anteriormente, el poema es un romance y sigue su estructura prototípica.

Está formado por 56 versos, sin ningún tipo de separación en estrofas. Todos ellos son octosílabos, de arte menor. Para lograr esto, se emplean recursos como sinalefas “Doña-Elvira-y Doña Sol” o la suma de una sílaba más al terminar en palabras agudas “La verdad y la razon”. La rima es asonante, ya que solo coincide en las vocales, en este caso la “o”. Por lo tanto, podemos decir que a nivel rítmico está formado por versos impares que quedan libres (sin rima) y versos pares con rima asonante.

Estructura interna


Al cielo piden justicia

De los condes de Carrion

Ambas las fijas del Cid,

Doña Elvira y doña Sol.

A sendos robles atadas

Dan gritos que es compasión,

Y no las responde nadie

Sino el eco de su voz.


El inicio ya nos presenta a las protagonistas, doña Elvira y doña Sol, pidiendo ayuda por los actos que han cometido los condes. Sorprende que más que gritar de dolor, lo que hacen es pedir justicia. Esta idea de que lo más importante que han perdido es la honra se repite más adelante, demostrando la importancia de esta para las mujeres.

También nos sitúa en el lugar donde sucede la acción. Están atadas a robles, lo que muestra que se encuentran en un robledal. Pese a gritar nadie les responde, solo el eco. El fenómeno acústico enfatiza el hecho de que se encuentran en un lugar solitario, alejado de la humanidad.


El menosprecio y afrenta

Sienten, que las llagas non,

Que es dolor á par de muerte

En la mujer un baldón.


La segunda parte sintetiza la imagen de la honra como bien más preciado de la mujer. Para las infantas, la afrenta realizada por sus propios maridos es más dolorosa que el dolor físico y todas las heridas infligidas. El ser humilladas de esta manera las convertía de algún modo en pecadoras a los ojos de la gente. Como explica Corleto (2006, p. 658) la imagen de la mujer idealizada en la Edad Media provenía de las características bíblicas de la Virgen María, siendo algunos de sus rasgos la pureza y la devoción. Si una mujer sobrepasaba esos límites podía perder su aura de bondad, adquiriendo automáticamente el rasgo de “perversa”, contraparte vista en la figura de Eva.


Tal fuerza tiene consigo

La verdad y la razón,

Que hallan en los montes gentes

Y en las fieras compasión.

A los lamentos que hacen,

Por allí pasó un pastor,

Por donde no puso pié

Cosa humana, si ahora non.

Dánle voces que se acerque,

Y él non osa de pavor,

Que son hijos de ignorancia

El empacho y el temor.


El fragmento posee carácter moral, mostrando que la verdad dicha trae consigo la piedad. La verdad y la razón como fuerzas inamovibles son ideas filosóficas. Sin embargo, la figura del pastor asustado muestra lo peligroso de la situación, la desconfianza que cala en quien no conoce la historia y las encuentra en un lugar deshabitado (de nuevo deshumanización del lugar de la acción). Para él, encontrar a dos jóvenes desnudas, gritando y sangrando en medio del bosque, supone una señal de alerta inmediata. Significa que personas muy despiadadas rondan cerca. 


,,Por Dios te rogamos, home,

Que hayas de nos compasión;

¡Así tus ganados vayan

Siempre de bien en mejor,

Nunca les falten las aguas

En el estío y calor,,

Las yerbas no se les sequen

Con la helada y con el sol,

Tus tiernos fijuelos veas

Criados en bendición,

Y peines tus blancas canas

Sin dolencia y sin lesión!

Que desates nuestras manos,

Pues que las tuyas non son

Como las que nos ataron

De malicia y de traición.”


En esta penúltima parte leemos el monólogo de las infantas (no se puede distinguir cuál de las dos habla, o si son las dos al mismo tiempo). En este piden la compasión del pastor realizando una serie de ruegos, ya que, a cambio de su ayuda, Dios le bendecirá. La enumeración está formada por el deseo, expresado de manera exclamativa, de que su ganado mejore y jamás le falte agua en verano, que no se sequen sus cosechas, que sus hijos crezcan sanos y que él mismo envejezca sin enfermar. Termina la enumeración ascendente con una repetición de la preposición “sin” para enfatizar su desesperación. Después del mensaje le piden que las desate, estableciendo una comparación antitética entre sus manos (afables) y las de los condes (maliciosas, traicioneras).


Estando en estas palabras,

El buen Ordoño llegó

En hábito de romero

De órden del Cid su señor;

Prestamente las desata

Disimulando el dolor.

Ellas que lo conocieron

Juntas lo abrazan las dos;

Llorando les dice: ,,Primas

Secretos del cielo son,

Cuya vo y cuya causa

Está reservada á Dios.

No tuvo la culpa el Cid

Que el Rey se lo aconsejó;

Mas buen padre tenéis, dueñas,

Que vuelva por vueso honor.”


En la última parte del poema Ordoño las rescata. Llama la atención como se dice que llega con un hábito de peregrino. Uno, concretamente, en nombre del Cid., quien es su señor. Su adoración por él es más grande que la que siente hacia Dios. Después de desatarlas y de que se abracen, tenemos un monólogo del personaje en el que, en tono doloroso, les dice que el que hayan acabado en esa situación solo lo sabe Dios. Esto resulta un poco paradójico, pues Dios es quien se supone que es justo. Luego absuelve al Cid de toda culpa, ya que fue consejo del rey su matrimonio, y les explica que su padre va a velar por su honra. 

Comentario

Aunque ya he explicado algunas ideas y recursos empleados, me detendré en los temas más llamativos, siendo el primero la religión. El inicio es una petición de justicia al cielo, empleando una metonimia para designar a Dios (se encuentra en el cielo). Al mismo tiempo es una personificación, por la atribución de rasgos humanos (justicia) a algo no animado (cielo). Dios vuelve a ser mencionado en el monólogo de las infantas, y lo que me parece más curioso es la manera en la que se realiza una especie de antítesis entre esta figura y la del vocativo que viene después (hombre). Al final es el hombre, la figura menos poderosa, a quien ruegan. Las connotaciones religiosas se repiten con la entrada de Ordoño y la imagen que se establece del Cid como su señor y su Dios. La figura de Rodrigo se presenta más benévola que la del señor en esta especie de comparación. Su padre es quien va a salvarlas. De hecho, cuando al inicio leemos que solo les responde el eco (se enfatiza con varias negaciones esta soledad), volvemos a la idea de que Dios las ha abandonado, un mensaje muy poco religioso.

En cuanto al daño que han sufrido las infantas, hay diversos recursos empleados para describirlo. Volviendo a la parte en la que describen cómo se sienten por haber perdido la honra “El menosprecio y afrenta/Sienten, (...)/Que es dolor á par de muerte” se percibe una hipérbole que refuerza el dolor por la afrenta. Hay además un hipérbaton que sirve para situar primero al causante de su dolor: el desprecio. Esto, además de enfatizar que es lo peor que han sufrido, también se podría unir con la idea de que este arco sirve sobre todo para mostrar el lado más humano del Cid. No solo es porque el verbo “sentir” ocupe un segundo plano, al igual que la oración de relativo en la que se habla de las heridas de ellas, sino porque de nuevo se repite el tema de la honra en la última frase “En la mujer un baldón[3]”. Al salvar a sus hijas, Rodrigo no solo recupera el orgullo de su familia, sino que demuestra ser un buen padre. Para expresar su malestar se reiteran en el poema verbos como “gritar”, “dar voces” y “rogar”. En resumen, el daño cometido hacia las niñas se expresa de manera repetitiva, con múltiples sinónimos que se centran en la pérdida de su pureza e hipérboles.

Conclusión

El romance CLVI muestra la cara más amarga de la afrenta de Corpes, dejando de un lado la figura de los maltratadores para enfocarse en las víctimas, doña Elvira y doña Sol. Se realiza un viaje retrospectivo sobre el concepto de honra femenina de la época, con una leve crítica a la región y mostrando pasajes de diálogos. Al final el Cid vuelve a destacarse como el héroe de la historia.

Bibliografía

Asensio Jiménez, N. (2019). Cuatro siglos de romanceros del Cid, un estado de la cuestión. Rilce: Revista de Filología Hispánica, 35(2), 319-46.

Bazán Bonfíl, R. (2007). Espacio y refuncionalización narrativa en el Poema de Mío Çid y el Romancero vulgar: la ruta locus amoenus, robledal de Corpes, ciudad de Trujillo y puntos intermedios. En López A. y Luzdivina M. (Ed.), Actas del XI Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (299-309). Universidad de León.

Luis Jiménez, I. (2017). Los infantes de Carrión y las hijas del Cid: su realidad histórica en relación con los personajes literarios. Philobiblion: Revista De Literaturas hispánicas, (3), 7-18.

Michaelis, Carolina. Romancero del Cid: nueva edición añadida y reformada sobre las antiguas. Leipzig: F. A. Brockhaus, 1871.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea]. <https://dle.rae.es> [9 de enero 2022].

Walter Corleto, R. (2006). La mujer en la Edad Media. Teología: Revista de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, (91), 655-670.

Zaderenko, I. (2002). Psicología, perversión y temas jurídicos en la" Afrenta de Corpes". Revista de Literatura Medieval, (14), 135-150.



[1] Aunque sustento mis hipótesis en estudios, debo señalar que todos los datos son teorías, no tenemos hechos que se alejen de la aproximación. Lo que conocemos sobre el Cid en el romancero es, ante todo, literatura.

[2] Idea explicada por Bazán (2007, p.306).

[3] Según la RAE “Injuria o afrenta” 

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