Os traigo de nuevo otro comentario de texto; en esta ocasión, del romance tradicional "Al cielo piden justicia". Lo ha realizado mi alumna María Araceli Mateos Barrios. Espero, como siempre, que sea de utilidad.
Comentario de texto:
Romance CLVI
En
el siguiente trabajo voy a analizar el romance CLVI. Lo he extraído de la
edición recopilatoria creada por Carolina Michaelis “Romancero del Cid: nueva
edición añadida y reformada sobre las antiguas”.
Contextualización
El
poema CLVI narra la afrenta de Corpes. Se sitúa en la cuarta parte de la
edición de Michaelis, la cual narra el reinado de Alfonso VI el Bravo. Gracias
a esto podemos tener una fecha aproximada[1]
de los hechos acontecidos, ya que el monarca reinó entre 1072 y 1109. Teniendo
en cuenta que el Cid se cree que murió en 1099, acortamos todavía más la
posible fecha del maltrato sufrido por las infantas.
Si
resulta incierta la fecha de la afrenta, todavía más lo es la fecha de creación
del romance. Michaelis indica en cada poema su procedencia, indicando en el
caso del CLVI que proviene de Escobar. Este autor publicó en 1605 la Historia
del muy noble y valeroso caballero el Cid Ruy Díez de Bivar en romances en
lenguaje antiguo, obra extraída a su vez de cancioneros anteriores, como el
de Martín Nucio, primer impresor en publicar poemas sobre el Cid. Por lo tanto,
la autoría es anterior a 1605. Poniendo como fecha de posible inicio la muerte
del Cid, pudo ser compuesto entre 1099 y 1605 aproximadamente. No puedo hacer
una hipótesis sobre el autor de este romance, ya que si de algo se caracteriza
este tipo de composición es de su anonimia. Puede que fuera parte de la
tradición popular, o quizás una realización culta de alguien que tomó como
modelo las leyendas existentes. Según Asensio Jiménez (2016, p. 325) «el
compilador agrupó un total de noventa y siete composiciones, la mayoría de
ellas de origen culto, pero también otras tantas procedentes de la tradición
oral de la época», por lo que cualquiera de las dos opciones es válida. Quizás
incluso fue un romance modificado por el autor de la edición.
En
cuanto al sitio en el que sucede la acción, sabemos por otros poemas que se
trata de Corpes, un robledal que se sitúa en Castilla la Mancha. Sin embargo,
más que un lugar real, es un espacio creado para mostrar que el acto que se
lleva a cabo es inhumano y alejado de las fronteras de lo moralmente correcto[2].
Los
personajes que aparecen son doña Sol y doña Elvira, hijas del Cid que han
sufrido la afrenta, y Ordoño, primo de las niñas y quien las rescata,
prometiéndoles que su padre las vengará. En segundo plano encontramos a un
pastor que se niega a ayudar a las infantas por miedo. También se menciona a
los condes de Carrión, culpables de estos actos. He de destacar la falta de
escrúpulos de ambos y el marcado egoísmo que demuestran en este fragmento. La
humillación acentúa su cobardía y los deshumaniza.
Tema del texto
Lamento
de las infantas por la afrenta sufrida y búsqueda de ayuda. El texto finaliza
con Ordoño rescatándolas.
Estructura externa
Como
ya mencioné anteriormente, el poema es un romance y sigue su estructura
prototípica.
Está
formado por 56 versos, sin ningún tipo de separación en estrofas. Todos ellos
son octosílabos, de arte menor. Para lograr esto, se emplean recursos como
sinalefas “Doña-Elvira-y Doña Sol” o la suma de una sílaba más al
terminar en palabras agudas “La verdad y la razon”. La rima es asonante,
ya que solo coincide en las vocales, en este caso la “o”. Por lo tanto, podemos
decir que a nivel rítmico está formado por versos impares que quedan libres
(sin rima) y versos pares con rima asonante.
Estructura interna
Al cielo piden justicia
De los condes de Carrion
Ambas las fijas del Cid,
Doña Elvira y doña Sol.
A sendos robles atadas
Dan gritos que es compasión,
Y no las responde nadie
Sino el eco de su voz.
El
inicio ya nos presenta a las protagonistas, doña Elvira y doña Sol, pidiendo
ayuda por los actos que han cometido los condes. Sorprende que más que gritar
de dolor, lo que hacen es pedir justicia. Esta idea de que lo más importante
que han perdido es la honra se repite más adelante, demostrando la importancia
de esta para las mujeres.
También
nos sitúa en el lugar donde sucede la acción. Están atadas a robles, lo que
muestra que se encuentran en un robledal. Pese a gritar nadie les responde,
solo el eco. El fenómeno acústico enfatiza el hecho de que se encuentran en un
lugar solitario, alejado de la humanidad.
El menosprecio y afrenta
Sienten, que las llagas non,
Que es dolor á par de muerte
En la mujer un baldón.
La
segunda parte sintetiza la imagen de la honra como bien más preciado de la
mujer. Para las infantas, la afrenta realizada por sus propios maridos es más
dolorosa que el dolor físico y todas las heridas infligidas. El ser humilladas
de esta manera las convertía de algún modo en pecadoras a los ojos de la gente.
Como explica Corleto (2006, p. 658) la imagen de la mujer idealizada en la Edad
Media provenía de las características bíblicas de la Virgen María, siendo
algunos de sus rasgos la pureza y la devoción. Si una mujer sobrepasaba esos
límites podía perder su aura de bondad, adquiriendo automáticamente el rasgo de
“perversa”, contraparte vista en la figura de Eva.
Tal fuerza tiene consigo
La verdad y la razón,
Que hallan en los montes gentes
Y en las fieras compasión.
A los lamentos que hacen,
Por allí pasó un pastor,
Por donde no puso pié
Cosa humana, si ahora non.
Dánle voces que se acerque,
Y él non osa de pavor,
Que son hijos de ignorancia
El empacho y el temor.
El
fragmento posee carácter moral, mostrando que la verdad dicha trae consigo la
piedad. La verdad y la razón como fuerzas inamovibles son ideas filosóficas.
Sin embargo, la figura del pastor asustado muestra lo peligroso de la
situación, la desconfianza que cala en quien no conoce la historia y las
encuentra en un lugar deshabitado (de nuevo deshumanización del lugar de la
acción). Para él, encontrar a dos jóvenes desnudas, gritando y sangrando en
medio del bosque, supone una señal de alerta inmediata. Significa que personas
muy despiadadas rondan cerca.
,,Por Dios te rogamos, home,
Que hayas de nos compasión;
¡Así tus ganados vayan
Siempre de bien en mejor,
Nunca les falten las aguas
En el estío y calor,,
Las yerbas no se les sequen
Con la helada y con el sol,
Tus
tiernos fijuelos veas
Criados en bendición,
Y peines tus blancas canas
Sin dolencia y sin lesión!
Que desates nuestras manos,
Pues que las tuyas non son
Como las que nos ataron
De malicia y de traición.”
En
esta penúltima parte leemos el monólogo de las infantas (no se puede distinguir
cuál de las dos habla, o si son las dos al mismo tiempo). En este piden la
compasión del pastor realizando una serie de ruegos, ya que, a cambio de su
ayuda, Dios le bendecirá. La enumeración está formada por el deseo, expresado
de manera exclamativa, de que su ganado mejore y jamás le falte agua en verano,
que no se sequen sus cosechas, que sus hijos crezcan sanos y que él mismo
envejezca sin enfermar. Termina la enumeración ascendente con una repetición de
la preposición “sin” para enfatizar su desesperación. Después del mensaje le
piden que las desate, estableciendo una comparación antitética entre sus manos
(afables) y las de los condes (maliciosas, traicioneras).
Estando en estas palabras,
El buen Ordoño llegó
En hábito de romero
De órden del Cid su señor;
Prestamente las desata
Disimulando el dolor.
Ellas que lo conocieron
Juntas lo abrazan las dos;
Llorando les dice: ,,Primas
Secretos del cielo son,
Cuya vo y cuya causa
Está reservada á Dios.
No tuvo la culpa el Cid
Que el Rey se lo aconsejó;
Mas buen padre tenéis, dueñas,
Que vuelva por vueso honor.”
En
la última parte del poema Ordoño las rescata. Llama la atención como se dice
que llega con un hábito de peregrino. Uno, concretamente, en nombre del Cid.,
quien es su señor. Su adoración por él es más grande que la que siente hacia
Dios. Después de desatarlas y de que se abracen, tenemos un monólogo del
personaje en el que, en tono doloroso, les dice que el que hayan acabado en esa
situación solo lo sabe Dios. Esto resulta un poco paradójico, pues Dios es
quien se supone que es justo. Luego absuelve al Cid de toda culpa, ya que fue
consejo del rey su matrimonio, y les explica que su padre va a velar por su
honra.
Comentario
Aunque
ya he explicado algunas ideas y recursos empleados, me detendré en los temas
más llamativos, siendo el primero la religión. El inicio es una petición de
justicia al cielo, empleando una metonimia para designar a Dios (se encuentra
en el cielo). Al mismo tiempo es una personificación, por la atribución de
rasgos humanos (justicia) a algo no animado (cielo). Dios vuelve a ser mencionado
en el monólogo de las infantas, y lo que me parece más curioso es la manera en
la que se realiza una especie de antítesis entre esta figura y la del vocativo
que viene después (hombre). Al final es el hombre, la figura menos poderosa, a
quien ruegan. Las connotaciones religiosas se repiten con la entrada de Ordoño
y la imagen que se establece del Cid como su señor y su Dios. La figura de
Rodrigo se presenta más benévola que la del señor en esta especie de
comparación. Su padre es quien va a salvarlas. De hecho, cuando al inicio
leemos que solo les responde el eco (se enfatiza con varias negaciones esta
soledad), volvemos a la idea de que Dios las ha abandonado, un mensaje muy poco
religioso.
En
cuanto al daño que han sufrido las infantas, hay diversos recursos empleados
para describirlo. Volviendo a la parte en la que describen cómo se sienten por
haber perdido la honra “El menosprecio y afrenta/Sienten, (...)/Que es dolor á
par de muerte” se percibe una hipérbole que refuerza el dolor por la afrenta. Hay
además un hipérbaton que sirve para situar primero al causante de su dolor: el
desprecio. Esto, además de enfatizar que es lo peor que han sufrido, también se
podría unir con la idea de que este arco sirve sobre todo para mostrar el lado
más humano del Cid. No solo es porque el verbo “sentir” ocupe un segundo plano,
al igual que la oración de relativo en la que se habla de las heridas de ellas,
sino porque de nuevo se repite el tema de la honra en la última frase “En la
mujer un baldón[3]”.
Al salvar a sus hijas, Rodrigo no solo recupera el orgullo de su familia, sino
que demuestra ser un buen padre. Para expresar su malestar se reiteran en el
poema verbos como “gritar”, “dar voces” y “rogar”. En resumen, el daño cometido
hacia las niñas se expresa de manera repetitiva, con múltiples sinónimos que se
centran en la pérdida de su pureza e hipérboles.
Conclusión
El
romance CLVI muestra la cara más amarga de la afrenta de Corpes, dejando de un
lado la figura de los maltratadores para enfocarse en las víctimas, doña Elvira
y doña Sol. Se realiza un viaje retrospectivo sobre el concepto de honra
femenina de la época, con una leve crítica a la región y mostrando pasajes de
diálogos. Al final el Cid vuelve a destacarse como el héroe de la historia.
Bibliografía
Asensio
Jiménez, N. (2019). Cuatro siglos de romanceros del Cid, un estado de la
cuestión. Rilce: Revista de Filología Hispánica, 35(2), 319-46.
Bazán
Bonfíl, R. (2007). Espacio y refuncionalización narrativa en el Poema de Mío
Çid y el Romancero vulgar: la ruta locus amoenus, robledal de
Corpes, ciudad de Trujillo y puntos intermedios. En López A. y Luzdivina M.
(Ed.), Actas del XI Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de
Literatura Medieval (299-309). Universidad de León.
Luis
Jiménez, I. (2017). Los infantes de Carrión y las hijas del Cid: su realidad
histórica en relación con los personajes literarios. Philobiblion: Revista
De Literaturas hispánicas, (3), 7-18.
Michaelis,
Carolina. Romancero del Cid: nueva edición añadida y reformada sobre las
antiguas. Leipzig: F. A. Brockhaus, 1871.
REAL
ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión
23.5 en línea]. <https://dle.rae.es> [9 de enero 2022].
Walter
Corleto, R. (2006). La mujer en la Edad Media. Teología: Revista de la Facultad
de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, (91), 655-670.
Zaderenko,
I. (2002). Psicología, perversión y temas jurídicos en la" Afrenta de
Corpes". Revista de Literatura Medieval, (14), 135-150.
[1] Aunque sustento mis hipótesis en estudios, debo señalar que todos los
datos son teorías, no tenemos hechos que se alejen de la aproximación. Lo que
conocemos sobre el Cid en el romancero es, ante todo, literatura.
[2] Idea explicada por Bazán (2007, p.306).
[3] Según la RAE “Injuria o afrenta”
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